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sábado, 27 de noviembre de 2010

Las colonizaciones históricas: Fenicios, griegos y cartagineses




Tras el largo período paleolítico, y concluido el largo proceso de hominización con la especie Homo sapiens sapiens, se inició el período neolítico en la Península Ibérica hace aproximadamente 5.000-3.000 años. Las nuevas comunidades agricultoras y ganaderas se asentaron creando poblados permanentes.
La Edad de los Metales se inicia con la edad del Cobre, en torno a 3.000 a.C., y continua con la Edad del Bronce (2.000 a.C.). Hacia 1.200 a.C., la península las primera de una serie de invasiones de pueblos indoeuropeos, los celtas.
Se inicia así lo que se denomina la Protohistoria: período comprendido entre las invasiones indoeuropeas (1.200 a.C.) y la invasión romana en la segunda mitad del siglo III a.C. De este período han quedado abundantes restos arqueológicos, a los que se les une los primeros testimonios escritos de griegos y romanos sobre la península ibérica. Testimonios de difícil interpretación.
Las Colonizaciones
En el primer milenio a.C. la zona mediterránea de la península va a recibir la llegada de oleadas colonizadoras de pueblos procedentes del mediterráneo que contaban con una cultura mucho más evolucionada que los aborígenes.
Fenicios, griegos y cartagineses llegarán, por este orden, a las costas mediterráneas. Su propósito era económico: buscaban metales (cobre, plata, estaño, oro) y otros productos (salazones, pesquerías...)
Los fenicios, procedentes de Fenicia, actual Líbano, llegaron en el siglo IX a.C. Fundaron diversas colonias entre las que sobresalió Gades (Cádiz) en el 800-750 a.C.
Los griegos, procedentes de su colonia de Massalia (Marsella), fundaron diversas colonias en el litoral mediterráneo a partir del siglo VI a.C. Destacan  Emporion  (Ampurias) y Rhode (Rosas)
Los cartagineses, procedentes de Cartago, colonia fenicia en el actual Túnez, crearon colonias muy activas como Ibiza, cuyo auge comercial se desarrolló del siglo V al III a.C, o Cartago Nova.
El legado de las colonizaciones fue importante, aunque solo afectó a la costa mediterránea y el valle del Guadalquivir ¿Qué aportaron estos pueblos mediterráneos?
·         Nuevos cultivos, como el olivo y el esparto
·         Torno del alfarero (desarrollo de la cerámica)
·         Acuñación de monedas, clave para el desarrollo comercial.
·         Alfabeto. El fenicio y, posteriormente, el griego.
·         Restos artísticos: sarcófago fenicio antropoide de Cádiz, tesoro fenicio de Aliseda, la ciudad griega de Ampurias...

Invasión visigoda




Tras una larga migración integrada en el proceso de las invasiones germánicas y la caída del Imperio Romano de Occidente, los visigodos establecieron su reino en la Península durante el siglo VI, situando su capital en Toledo por su estratégica localización central.

Leovigildo, entre los años 569 y 586, fue auténtico artífice de la unidad política de la península bajo el dominio de los visigodos. Dos pasos posteriores fueron clave en el proceso de integración entre la población visigoda y los hispanorromanos:


·         Conversión al cristianismo de rey Recaredo y el pueblo visigodo en el III Concilio de Toledo (589).
·         Publicación por Recesvinto del Liber Iudiciorum o Fuero Juzgo en el 654.

La organización politica de los visigodos se sustentaba en el derecho germánico. La institución fundamental de gobierno era la Asamblea de los hombres libres, en la que residía el poder del reino, que era conferido a un rey (monarquía electiva).

Los reyes visigodos intentaron modificar la organización germánica e incorporar el absolutismo romano a su gobierno. Pese a estos intentos, nunca lograron establecer una monarquía estable, con un poder real fuerte y basada en el derecho de herencia. La inestabilidad política consecuente fue clave para entender el derrumbamiento del reino visigodo en el 711 tras la invasión musulmana.

Los monarcas conservaron una comitiva de clientes que los acompañaban, jurándoles fidelidad y recibiendo protección y sustento.

Los poderes del rey eran amplios: juez supremo, jefe del ejército, legislador, encargado de la guerra y de la paz…

En la práctica, el rey gobernaba con la ayuda del Officium Palatinum, en el que intervenían dos órganos de gestión: el Aula Regia o Consejo del Rey y los Concilios de Toledo, que colaboraron con los reyes en tareas legislativas y asuntos de gobierno.

Formaban parte del Officium personajes de alto rango que, con el título de Comes, estaban al frente de diferentes servicios: Comes del Tesoro Regio, Comes de administración de las tierras de la Corona, Comes de recaudación de impuestos, Comes de los gastos del monarca y de su casa.

También participaban los grandes funcionarios territoriales y militares: Duces provinciales (delegados del rey), Comites civitates (jueces de las ciudades) y Gardingos (jefes militares).


Conquista Romana




La conquista de Roma se inició en el siglo III a.C. y concluyó, tras un proceso largo y complejo, en el siglo I a.C.

Podemos distinguir tres etapas principales:

1ª etapa: Conquista del este y el sur peninsular (218-197 a. C)

El inicio de la conquista se enmarcó en el contexto de la Segunda Guerra Púnica (guerras que enfrentaron a Roma y Cartago por la hegemonía en el mediterráneo occidental).
Los cartagineses tenían asentamientos importantes en el levante peninsular y desde allí atacaron Roma a través del sur de Francia y los Alpes. Roma contraatacó invadiendo las posesiones cartaginesas en Hispania a fines del siglo III. La victoria romana de Ilipa (209 a.C.) puso fin a la presencia cartaginesa en Hispania y consagró el dominio de Roma sobre el este y el sur peninsular.

2ª etapa: Conquista del centro y el oeste peninsular (155-133 a. C.)

Los romanos tuvieron que hacer frente a la resistencia de los pueblos de esta zona. Los mejores ejemplos son las guerras lusitanas (155-136 a.C) en las que destacó Viriato, líder lusitano, y la férrea resitencia celtíbera en Numancia hasta su rendición en el 133 a.C.
La República romana vivió diversas guerras civiles que llegaron a la península. Las luchas internas de Roma dieron lugar a enfrentamientos bélicos en la península. Un buen ejemplo es el enfrentamiento entre Pompeyo y César (49-45 a.C.). Estos conflictos aceleraron el dominio romano sobre la península.

3ª etapa: Conquista del norte peninsular (29-19 a.C)

El fin de la conquista llegó en tiempos de Augusto, primer emperador romano, con la dominación de galaicos, astures, cántabros y vascones (guerras cántabras).

sábado, 13 de noviembre de 2010

Cómo Nació el Castellano


Cómo nace una lengua.

Una lengua nace a partir de la lenta evolución mediante cambios fonéticos de una expresión originaria y préstamos léxicos de otras lenguas. Tras varias generaciones, los viejos hábitos lingüísticos ceden en una localización determinada a unos nuevos, los cuales se generalizan y difunden convirtiéndose en una norma más general y homogénea. Estos rasgos diferenciadores se estabilizan y se plasman en el lenguaje escrito, convirtiendo un dialecto en una nueva lengua.

Es difícil precisar el momento exacto del nacimiento de una lengua cualquiera. Tenemos la seguridad de que cuando aparecen los primeros escritos en esa lengua, esta, ya ha nacido y se habla entre las gentes de una zona desde varios siglos atrás.

No sabemos con exactitud cuando la lengua romance derivada del latín y que se hablaba con más o menos homogeneidad en el resto de la península ibérica se convierte en dialecto primero y más tarde se constata como lengua. El estudio y análisis del castellano antiguo, debe enfocarse de una forma inductiva y en el mundo de las conjeturas dada la ausencia de documentos escritos en el romance de los tiempos del nacimiento del castellano. Es más, los pocos documentos que se conservan llevan la lengua latina, más o menos culta, como la transmisora de éstos. De vital importancia es el estudio de los topónimos y de los pocos escritos que conservamos. No hace falta señalar, que cuando se escriben las Glosas Silenses y Emilianenses, siglo X, el castellano lleva ya siglos de andadura.

Escenario histórico y geográfico del nacimiento del CASTELLANO.

En los inicios de la reconquista, siglos VIII y IX, una de los condados en que estaba dividido el reino de Asturias, era el de Castilla, antigua tierra de las tribus cántabras, autrigonas y várdulas, así, las crónicas al referirse en estos primeros caminares de la naciente Castilla dicen Bardulia que ahora llamaremos Castiella. Los habitantes de esta zona, comprendida en las actuales Merindades, valle de Mena, parte sur de las montañas cántabras y valles alaveses próximos, estaban en constante lucha y eran frente de guerra contra las tropas musulmanas.

Poco a poco se fueron ampliando los territorios conquistados a los moros y llegó un momento en que en junto a Castilla había otros territorios, comprendidos en su mayor parte en la actual provincia de Burgos, al frente de los cuales había otros condes aparte del de Castilla. Existían así los condes de Castilla, en Lantarón, Cerezo, Alava, Lara y Burgos entre otros. Estos territorios, fueron repoblados con gentes de diversas procedencias, así había cántabros, várdulos, autrigones, vascones, astures, hispanogodos huidos del sur...

Con Fernán González, se unifican todos los territorios en un solo condado Castellano siendo este condado de grandes dimensiones geográficas e ideológicas. El condado de Castilla a la muerte de Fernán González, comprendió la totalidad de las provincias de Burgos y Vizcaya, la mayor parte de Cantabria y Álava y pequeñas comarcas de las actuales provincias de Guipúzcoa, La Rioja, Soria y Palencia.

Así pues, vemos que el castellano, nació en una tierra en las que las condiciones de vida eran un tanto especiales y la procedencia de sus habitantes y repobladores era un tanto especial y con una gran personalidad. Estas gentes, venidas más allá de las montañas, los foramontanos, estaban en continua lucha contra los musulmanes y contra la vida misma. Al mismo tiempo eran labradores y guerreros. Pero, esto les dio unos rasgos de libertad unido además a su descendencia de cántabros, astures y vascones, pueblos que demostraron su amor a la libertad desde los tiempos del imperialismo romano. Desde un principio se mostraron independientes y rebeldes contra el poder centralizador del gobierno Astur.

Otro rasgo diferenciado tenían estos antiguos castellanos, rechazan la legislación del reino astur-leones que se guiaba por el Fuero Judgo y se regían judicialmente a través de jueces propios los cuales administraban justicia según un derecho consuetudinario primitivo heredado posiblemente de los antiguos pobladores que en esas tierras había antes de la venida de los romanos

Un espíritu de identidad y libertad existía en esas gentes procedentes de diversidades climáticas, étnicas y lingüísticas en una tierra encrucijada de razas, caminos y fronteras.

Como dice César Hernández "... durante esos primeros siglos, fueron colonizando tierras hacia el sur, en una constante alternativa entre la defensa contra los musulmanes y la obsesión de ganarles terreno por medio de la conquista y la repoblación. En ese medio y ambiente hostiles se fue forjando un pueblo innovador, rebelde y rudo. Difícil es pensar que en aquella Castilla hubiera magnates ni grandes señores, ni en ella se conciben poderosos monasterios."

Así entonces vemos que estos primitivos castellanos tenían unos claros rasgos diferenciadores del resto del territorio hispano, como pueblo diferente que era, también lo será su idioma, el cual será enseña y orgullo y propio de su marcada identidad.

EL CASTELLANO.

Unas especiales condiciones se dieron durante el siglo VIII en los nuevos territorios conquistados en la naciente Castilla; Alfonso I, llevó a esta zona gentes procedentes de la meseta que habían sido romanizadas en alto grado siglos atrás, las cuales se juntaron incluso en mestizaje con las ya existentes, apenas romanizadas y que por lo tanto conservaban en parte sus costumbres y lenguas de tiempos anteriores a los de la conquista romana, especialmente, cántabros y vascones.

Se da por lo tanto una situación de bilingüismo, con lo que los hábitos fonéticos de unos se verán importantemente influenciados por otros. Fue así en esa primera Castilla, donde comenzó la deformación del romance hispanogodo, que más o menos se hablaba en toda la península de una forma homogénea. Esta lengua romance, hablada por esas gentes cántabras y vasconas, con sus peculiaridades lingüísticas y fonéticas irán deformando y desviando la norma y poco a poco convirtiéndola en un nuevo dialecto. Esta lengua naciente, ira evolucionando de una forma interna y única, ayudada además por una situación de aislamiento debida a la dificultad de comunicación orográfica y a las malas relaciones con el mundo hispanogodo de León.

Las ganas de separación e independencia de este pueblo naciente, hará que se sientan orgullosos de estas diferencias con su habla y será bandera distintiva.

Como escribe el insigne lingüista Cesar Hernández: "Y así debió nacer el castellano, como un conjunto de deformaciones vulgares provocadas en un ambiente de situación bilingüe, con clara intención de manifestar su personalidad propia frente a otras normas habladas. Su germen, pues, debió ser ese romance hispanovisigótico, y sus impulsores los factores señalados, es decir, los varios hábitos lingüísticos, la deformación, la vulgarización y la conciencia positiva de unos hablantes respecto a su manera de hablar."

DIFERENTES ZONAS Y RASGOS DE ESE PRIMITIVO CASTELLANO.

Según el insigne Ramón Menéndez Pidal, podemos distinguir dos zonas de habla de es nuevo castellano:

A) Castilla Vieja y la Montaña, es decir, Amaya, Campoo, La Bureba, Mena y las estribaciones sur de la cordillera Cantábrica (Norte de Burgos).

B) Zona de Burgos, Lara y Clunia(zona centro y sur de Burgos).

En cada zona se daría una evolución con ciertas diferencias. Así, podemos distinguir los siguientes rasgos peculiares de cada comarca:

En Castilla Vieja y la Montaña:

- Conservación hasta el siglo XI del sufijo -eiro, derivado del latino -ariu, que en Burgos se perdió y convirtió en -ero desde mucho antes.

- Pérdida de la F- inicial latina, debido al rechazo por parte de vascones y cántabros de este sonido.

- Conservación de la -e final hasta el siglo XI.

- Conservación de la -u final que se conservaría en la lengua escrita inclusive hasta en el siglo XIII.

- Asimilación del artículo a algunas preposiciones hasta el siglo XIII.

- Uso del artículo lo.

- Peculiar grafía del sonido prepalatal fricativo sonoro en gg.

Rasgos de la zona de Burgos centro.

Esta zona de Burgos, Lara y Clunia, se vería influenciado en gran medida por el contacto con las zonas riojanas, este castellano central, sería el se difundiría de una forma más acusada y sería norma posterior:

- Pérdida del sonido inicial G-, rasgo desconocido en los demás dialectos romances.

- Pérdida de la F- inicial, fenómeno que no se daba ni en leonés ni en mozárabe.

- Pronunciación del fonema prepalatal fricativo sonoro a diferencia del palatal central o lateral de los demás romances.

- Palatalización de los grupos latinos -ct- y -ult- previa consonante implosiva.

- No diptongación ante -yod-, mucho antes que el leonés, aragonés y mozárabe.

- Cambio de -x- por -z- (dentoalveolar africado sonoro en vez de prepalatal).

- Adelantamiento por siglos en el uso de los diptongos ue y ie, en la monoptongación de ie en i, rasgo ya habitual en el burgalés en el siglo X y que no se consolidó más al sur hasta el XIV.

PLASMACIÓN ESCRITA DEL CASTELLANO.

A pesar de que las gentes castellanas hablaran su lengua desde tiempos que no podemos asegurar con exactitud, está claro, que la plasmación escrita de esa nueva norma escrita, no se dio hasta siglos después. La cultura estaba en aquellos tiempos en los monasterios y es evidente, que los documentos allí escritos, lo eran en aún en la lengua madre, es decir, en latín, ya fuera este más o menos culto.

Evidente es que debieron circular documentos con grafías ya propias de la nueva lengua de una forma no oficial, es decir, en documentos no de monasterios, como pudieron ser pequeños escritos de los juglares, como cantares de gesta y poemas de tipo heroico. Las primeras letras escritas que se conservan en la actualidad, son las llamadas Glosas Emilianenses y Silenses, que son documentos procedentes de los monasterios de San Millán de la Cogolla (monasterio riojano cercano a la provincia de Burgos) y del monasterio de Santo Domingo de Silos, en el alfoz de Lara, Burgos. Estas glosas no son mas que pequeños comentarios en lengua castellana a fragmentos de textos latinos.

Las Glosas Emilianenses, están datadas en el siglo X, aunque no faltan expertos que las sitúan cronológicamente en el siglo IX. Este es pues el primer fragmento que se conserva en esta, nuestra lengua castellana:

" Cono aiutorio de nuestro dueno, dueno Christo,
dueno Salbatore, qual dueno get ena honore
e qual dueno tienet ela mandatione cono Padre,
cono Spiritu Sancto, enos siéculos de los siéculos.
Fácanos Deus omnipotes tal serbitio fere ke
denante ela sua face gaudioso segamus. Amen."

Es un fragmento típico de la paleografía castellana aunque con rasgos navarro-aragoneses.

Las Glosas Silenses, se datan en el siglo XI, actualmente se conservan desafortunadamente en un museo de Gran Bretaña, vendidas tras el expolio a que fueron sometidas las tierras castellanas tras la desamortización de Mendizabal.

CRECIEMIENTO Y EXPANSIÓN DEL CASTELLANO.

Toda lengua, necesita de préstamos lingüísticos para seguir creciendo y hacerse más eficaz. El Camino de Santiago, a su paso por Burgos, era un foco importantísimo de cultura proveniente de Europa, así, también nuestra lengua castellana se vio enriquecida por este influjo cultural, fueron varios los galicismos y provenzalismos que tomamos prestados. La influencia árabe también se dejó sentir en diversos campos, como en topónimos, antropónimos, términos militares, de agricultura, comercio, vestimenta...

El castellano poco a poco se iba extendiendo a lo largo de las tierras reconquistadas y también hacia otros reinos ya cristianos. "La potencia política y el nivel cultural de Castilla fue lo suficientemente fuerte para que los reinos vecinos aceptasen paulatinamente su modo de hablar, por conveniencias y necesidad. El castellano no se impuso 'a golpe de espada', sino que fue asumido y aceptado por su prestigio y porque era el soporte de un poder superior."

Burgos fue la zona de unificación de ese conjunto de "castellanos" primitivos y aquí se dirimieron las normas y cambios de esta lengua hasta que en siglo XII Toledo, nueva capital política aceptó tomó esta lengua como suya y se expresará desde aquel momento en castellano, diferente al burgalés, pero castellano.

Esta lengua que nació en un pequeño territorio, fue evolucionando, creciendo y finalmente se extendió a todo el territorio peninsular y a otros continentes. Lengua tomada por un pueblo que hizo que se sintiera orgulloso de su habla. Actualmente su importancia mundial es evidente, hablada por 400 millones de personas de Europa, América y Asia. Lengua que crece con sus peculiaridades incluso en el mismo ambiente anglosajón, aunque si bien, vive hoy en día con el peligro de una gran influencia anglosajona. Cada día, son numerosas las nuevas acuñaciones derivadas del inglés que entran de una forma indiscriminada en el lenguaje común de la calle, sobre todo en el campo de las ciencias técnicas, es obvio el carácter anglosajón por ejemplo de los nuevos lenguajes como el informático, en el que se utilizan voces de una lengua cuando perfectamente se pudieran usar otros derivados de las nuestras.

Extraído de : http://web.jet.es/vliz/lengua.htm

Pueblos Prerromanos


Antes de que llegara Roma.......... 

    Siglo III antes de Cristo, el Mare Nostrum ve como dos potencias que se disputan su poder, la fuerza del comercio, Cartago... y la heredera del legado griego, Roma.

    Ambos ejércitos luchan en las llamadas guerras Púnicas, y Roma, ante el creciente expansionismo de los cartagineses, decide desembarcar en las costas de la que será la Hispania romanizada. Año 218 a. C. un ejercito romano desembarca en las costas de la colonia de Emporion, ya nada será lo mismo a partir de ese momento para los pobladores de estos territorios, hasta entonces, el fin de la Tierra…

    En esa misma época, a cientos de kilómetros de la costa mediterránea, en el interior de la Meseta Norte, varias tribus de diversas procedencias y razas con multitud de lenguas y culturas, habitan en grupos de gentes en una evolución hacia unidades sociales superiores a las de parentesco y vida en aldea.

    Varios son los pueblos que habitan en la parte centro norte de esta nuestra "piel de toro", estas gentes, viven de espaldas a un mundo exterior que avanza hacia ellos.

    En la cornisa cántabra tenemos a los fieros y rudos Cántabros, debido a que habitan en sus montañas desde orígenes inciertos e inmemoriales, viven con unos fuertes lazos que les unen a la tierra, son orgullosos y para ellos el bien más preciado es su libertad, por lo que tienen un espíritu indomable y no conocen el miedo con tal de salvaguardar su integridad como pueblo aislado del resto del mundo. Están organizados en pequeñas tribus a lo largo de las montañas, Coniscos, Morecanos, Tamáricos, Velegianos, Vadinienses, Aurinos y Orgenomescos, conviven con cierta independencia pero todos unidos bajo el poder de la capital, Aracilum.

    Al este de los cántabros, se encuentra la nación de Autrigonia. Los habitantes de esta región, son guerreros celtas que vinieron a finales del siglo V antes de nuestra Era desde las lejanas tierras del sur de Austria y Eslavonia, no sin antes pasar por Italia, el curso del río Garona, llegando a la futura Hispania por Roncesvalles y la tierra de los vascones (Navarra). Una vez llegados a la meseta Norte, se unieron pacíficamente  con las gentes de origen mediterráneo que ocupaba estas tierras, trayéndoles las costumbres del centro de Europa, así como la sabiduría del hierro y fundaron ciudades como Virouesca (Briviesca)  y Tritium (monasterio de Rodilla) extendiéndose incluso hasta el mar de los Cántabros.

    Junto con los Autrigones, llegaron a la meseta Norte un pueblo de origen indoeuropeo, del  grupo de los Belgae, a quienes los habitantes de raigambre mediterránea que ya estaban en la meseta, llamaron Turmogos. Estos nuevos habitantes, se situaron primeramente al sur de Autrigonia, fijando su residencia finalmente, al oeste de ellos y al sur de los bravos cántabros. Estas gentes eran agricultores que vivían en las vegas fértiles de los ríos y su sociedad, al igual que todos los grupos de raigambre indoeuropea, estaba estructurada en el clan, con el hombre como patriarca, al contrario que la sociedad matriarcal de los cántabros. Fundaron diversas ciudades, la más importante de todas fue Segisama (Sasamón), aunque también fueron pobladores de diversos castros y cerros como el de San Miguel (primer núcleo poblado de la ciudad de Burgos).

Al sur de los turmogos, tenemos dos pueblos, al oeste los Vacceos y al este los Arévacos. Eran pueblos del orbe cultural celtibérico. Los vacceos, eran descendientes de los pueblos mediterráneos que llegaron a la Meseta Norte en la Edad del Bronce pero que asimilaron población y costumbres de las oleadas celtas (indoeuropeas). Los arévacos, bien pudieran ser celtas que se situaron como vecinos de los vacceos o también un pueblo preindoeuropeo de raigambre ibérica. Los vacceos fundaron una ciudad importante llamada Rauda (Roa) y los arévacos fundaron la ciudad de Clunia (Coruña del Conde) que como veremos tuvo gran importancia en tiempos de la Hispania romana.

Y en la sierra de La Demanda y Urbión, pertenecientes junto a los Arévacos y Vacceos,  estaba la nación de Pelendonia. Los pelendones, pueblo indoeuropeo, llegaron a la Península en el s. VII a.C. Estos celtas tenían sus propios dioses, conocían sobradamente la metalurgia y eran eminentemente ganaderos.

El legado de nuestros antepasados......

El tiempo que duró el asentamiento romano y de su influencia en estas tierras, hizo que se transformara de manera irreversible la vida de los pueblos indígenas. Transformaciones económicas, sustitución de la vida tribal por la urbana, arte, urbanismo... Pero aun así, las gentes preindoeuropeas y celtas de la meseta, siguieron manteniendo ciertos rasgos culturales; estructura familiar, vinculaciones de sangre, costumbres legislativas, religión, habla...

La ocupación romana fue meramente administrativa (salvo Clunia), apenas hubo emigración de gentes itálicas, la pobreza minera de estas tierras y la falta de comunicaciones en ciertos territorios, hicieron que la romanización en estas tierras fuera menor que en otras partes peninsulares.

Estos son algunos de los rasgos indígenas que se mantuvieron:

- Pervivencia de la onomástica personal y sistema gentilicio.

- Normas prerromanas indígenas en el ámbito judírico. Así, esta influencia se puede constatar en el carácter consuetudinario de las leyes de los primeros castellanos los cuales tenían sus propios jueces en contraposición al Fuero Judgo seguido en el reino de León.

- Nuevas tesis apuntan a la formación de los estados feudales, como una especie de renacimiento celta.

- Decoraciones de estelas funerarias, relieves y sarcófagos, muestran una pervivencia cultural material típicamente prerromanas.

- Como último rasgo, podemos destacar, la pervivencia de la cultura indígena en la creación de la lengua castellana. Debido a la tardía penetración del latín en tierras burgalesas, palentinas y cántabras, se produjeron unos rasgos diferenciados de léxico y fonética.

Remotas raíces son, las que estos pueblos dejaron, alejadas en el tiempo y casi en el olvido... Muchos otros vinieron más tarde, y con ellos nuevos aires, nuevas culturas, sangre diferente que forjó su impronta en la Historia y que también lucharía por su supervivencia personal, y lo más importante, que lucharía por sus costumbres, su forma de vida y su pensamiento. Estas tribus, autrigones, turmogos, cántabros, vacceos. arévacos... son nuestros antepasados más lejanos y por tanto, los primeros que lucharon por ésta, nuestra tierra: amaron su libertad...


jueves, 11 de noviembre de 2010

Real Academia Española



La Real Academia Española (RAE) es el organismo responsable de resguardar el buen uso de la lengua española. Su sede está en Madrid (España), pero tiene afiliaciones con las academias nacionales de 21 países hispanohablantes.

Tabla de contenidos


·         1 Historia
·         2 Funciones
·         3 Organización y operación
·         4 Académicos de número
·         5 Principales publicaciones
·         6 Véase también
·         7 Enlaces externos

 

Historia


Su emblema está formado por un crisol al fuego. Le acompaña la leyenda «Limpia, fija y da esplendor». El objetivo era fijar el idioma en el estado de plenitud que había alcanzado durante el siglo XVI y que se había consolidado en el XVII.


 
La Real Academia Española fue fundada en 1713 por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco, marqués de Villena y duque de Escalona, con el propósito de «fijar las voces y vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza».
Se tomaron como modelo para su creación la Accademia della Crusca italiana (1582) y la Academia francesa (1635). Su creación fue aprobada el 3 de octubre de 1714 por Real Cédula de Felipe V, quien la acogió bajo su «amparo y Real Protección». Esto significaba que los académicos gozaban de las preeminencias y exenciones concedidas a la servidumbre de la Casa Real.
En 1723 se le concedieron 60.000 reales anuales para sus publicaciones. Fernando VI le permitió publicar sus obras y las de sus miembros sin censura previa.
En 1784, María Isidra Quintina de Guzmán y la Cerda, primera mujer doctora en la Universidad de Alcalá, fue admitida como académica honoraria y, aunque pronunció su discurso de agradecimiento, no volvió a comparecer más. Fue probablemente la primera mujer académica del mundo, y no volvió a haber otra mujer hasta la elección como académicas de número de Carmen Conde en 1978, de Elena Quiroga en 1983 y de Ana María Matute en 1995.
En 1848 la Academia reformó su organización por medio de unos nuevos estatutos, aprobados por Real Decreto. Sucesivos reales decretos (1859, 1977, 1993) aprobaron nuevas reformas.
Desde 1870 se establecen en América y en las Filipinas academias correspondientes de la lengua española. Éstas tienen actualmente igual rango y condiciones que la RAE. En 2000 la RAE fue galardonada, junto con la Asociación de Academias de la Lengua Española —formada por las 22 academias de la lengua española—, con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.
El 20 de octubre de 1993 se constituyó la Fundanción pro Real Academia Española, entidad que tiene como finalidad allegar recursos económicos para la financiación de las empresas de la Academia. Está regida por un patronato, cuya presidencia de honor corresponde a Su Majestad el Rey de España, Don Juan Carlos I, la presidencia al gobernador del Banco de España y la vicepresidencia al director de la Real Academia Española. Las vocalías corresponden a otros académicos, presidentes de las comunidades autónomas y de empresas privadas, como socios fundadores.
La Fundación está abierta a la participación de particulares mediante la correspondiente cuota económica, miembros benefactores, y entre las actividades subvencionadas se encuentran la realización del banco de datos, el Diccionario del estudiante, el Diccionario panhispánico de dudas y otras obras en proyecto o desarrollo como la Gramática normativa.

 

Funciones


El artículo primero de los estatutos de la RAE dice:
«[...] tiene como misión principal velar por que los cambios que experimente la Lengua Española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico. Debe cuidar igualmente de que esta evolución conserve el genio propio de la lengua, tal como ha ido consolidándose con el correr de los siglos, así como de establecer y difundir los criterios de propiedad y corrección, y de contribuir a su esplendor. Para alcanzar dichos fines, estudiará e impulsará los estudios sobre la historia y sobre el presente del español, divulgará los escritos literarios, especialmente clásicos, y no literarios, que juzgue importantes para el conocimiento de tales cuestiones, y procurará mantener vivo el recuerdo de quienes, en España o en América, han cultivado con gloria nuestra lengua. Como miembro de la Asociación de Academias de la Lengua Española, mantendrá especial relación con las Academias Correspondientes y Asociadas.»

La RAE es considerada frecuentemente como una organización conservadora, pues entre sus metas está la preservación de la lengua española. Sin embargo se caracteriza asimismo por ejercer una influencia progresista, al esforzarse en mantener el lenguaje formal en sintonía con la actualidad. Un ejemplo de esto último ocurrió en 1994 cuando dictaminó que las consonantes ch y ll serían alfabetizadas junto con la c y la l y no como letras separadas, como en el pasado. La RAE sigue un proceso formal para la admisión de nuevas palabras.

 

Organización y operación


Según sus estatutos la RAE está compuesta por:

·   Académicos de número (46 en total).
·   Académicos correspondientes españoles (hasta un máximo de 60).
·   Académicos correspondientes extranjeros.
·   Académicos de número de las academias americanas (que por derecho son académicos correspondientes).
·   Académicos honorarios.

Una junta de gobierno rige la Academia y supervisa todos los asuntos relativos a su buena operación, tanto en lo relacionado con su funcionamiento interno como con sus relaciones con los organismos del estado, y las demás Academias. Esta junta la preside el director de la Academia y está constituida por el vicedirector, el secretario, el censor, el bibliotecario, el tesorero, el vicesecretario y dos vocales adjuntos. Todos estos cargos son electivos y, a excepción de los vocales, que se eligen cada dos años, pueden ejercerse durante cuatro años, prorrogables sólo una vez.
La Academia funciona en Pleno y en Comisiones que se reúnen semanalmente. Las Comisiones tienen la misión de elaborar las propuestas que posteriormente examinará el Pleno para decidir sobre su aprobación. En la actualidad existen las siguientes comisiones: Delegada del Pleno, de Diccionario usual, de Diccionario histórico, de Gramática, de Información lingüística, de Vocabulario científico y técnico, de Ciencias humanas, de Publicaciones y de Premios. Además, existe una Comisión encargada de la conservación de la casa del Museo de Lope de Vega.
El Pleno, formado por todos los académicos, se reúne durante el curso académico los jueves por la tarde. Una vez aprobada las actas de la sesión anterior y de debatir cualquier tema general, los asistentes presentan enmiendas y adiciones al Diccionario. Acto seguido se examinan las propuestas formuladas por las diversas Comisiones. Las resoluciones, en el caso de que se produzca disparidad de criterio, se adoptan mediante votación.
Al servicio de los trabajos que la Academia desarrolla en Pleno o en Comisiones, funciona el Instituto de Lexicografía, integrado por filólogos y lexicógrafos que realizan las tareas de apoyo para la elaboración de los diccionarios académicos.

 

Académicos de número


·   Los miembros de la Academia son elegidos de por vida por el resto de los académicos y se les conoce como Inmortales. Cada académico tiene un sillón asignado a su persona, y distinguido con una letra del alfabeto (tanto mayúsculas como minúsculas).

 

Algunos académicos del pasado


·   Ramón Menéndez Pidal, ocupó el sillón b (entre 1902-1968) y fue director de la RAE en dos ocasiones.
·   Fernando Lázaro Carreter, fue director de la RAE.
·   Dámaso Alonso, fue director de la RAE.
·   Pedro Laín Entralgo, fue director de la RAE
·   Miguel Asín Palacios, fue director de la RAE.
·   Manuel Alvar, fue director de la RAE.
·   Emilio Alarcos Llorach, ocupó el sillón B (1973-1998).
·   Pío Baroja.
·   Jacinto Benavente (No tomó posesión).
·   Gerardo Diego.
·   Agustín de Foxá (1959, sillón Z, no tomó posesión)
·   Juan Eugenio Hartzenbusch en 1847 ocupó el sillón l.
·   Rafael Lapesa.
·   Ramiro de Maeztu, ocupó el sillón L (1935-36).
·   Emanuel Rey.
·   Antonio Tovar ocupó el sillón j.
·   Miguel de Unamuno (No tomó posesión).
·   José Zorrilla (No tomó posesión y su plaza se declaró vacante. Fue vuelto a nombrar en 1885).

 

Principales publicaciones


Entre sus principales publicaciones destacan:
·   Diccionario de Autoridades (título original Diccionario de la lengua castellana, en que se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad, con las phrases o motivos de hablar, los proverbios o refranes y otras cosas convenientes del uso de la lengua, 1726-1793, en 6 volúmenes)
·   Diccionario de la lengua española (1ª edición 1780, 21ª edición 1992, 22ª edición 2001)
·   Ortografía de la lengua española (1ª edición 1741). La edición más reciente es la de 1999, elaborada entre la RAE y las academias correspondientes, por lo cual es considerada una ortografía panhispánica. Reemplaza a las Nuevas normas de prosodia y ortografía de 1959.
·   Gramática de la lengua española (1ª edición 1771). Su revisión más reciente es Esbozo de una nueva gramática de la lengua española (1973), aunque la Academia ha publicado también una gramática de autor, no propiamente institucional: la de Emilio Alarcos (1994). Existe en la actualidad un proyecto entre la RAE y las academias correspondientes en redactar una nueva gramática.
·   Boletín de la Real Academia Española (desde 1914)
·   Diccionario manual e ilustrado de la lengua española (1ª edición 1927, 4ª edición 1989)
·   Diccionario histórico de la lengua española (primer volumen 1933, incompleto)
·   Diccionario escolar de la RAE (1ª edición 1996, 2ª edición 1997)
·   Diccionario panhispánico de dudas. Elaborado entre la RAE y las academias correspondientes (1ª edición 2005).
·   Orthografia española (1741) y Ortografía de la lengua castellana (1754): con ellas se empezó a regular la norma ortográfica. El Prontuario de ortografía de la lengua castellana (1844) fijó mediante Real Decreto su enseñanza oficial. La última edición de la Ortografía de la lengua española (1999) se ha elaborado con la colaboración consensuada de todas las academias de América y de Filipinas.

 

Enlaces externos


·              Página oficial de la RAE
·              Ediciones digitales de varias obras de la RAE. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Clásicos en la Biblioteca Nacional. Ministerio de Cultura.
·              Corpus Diacrónico del Español



Escuela Normal Prof. Víctor Mercante

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